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James Cotton - Blues Biography (19)


James Cotton nació el 1º de Julio de 1935 en Tunica, Mississippi, una comunidad agrícola situada a unos 60 Km al sudoeste del principal centro urbano de la zona, Memphis en Tennesse. Siendo el pequeño de 8 hermanos, pronto trabajó en los campos de algodón junto a ellos, su madre Hattie y su padre, Mose, que era además predicador baptista. Su primer contacto con el instrumento por el que ha pasado a la Historia se lo debe a ella, que solía entretener a los chiquillos simulando con una armónica, sonidos tan familiares como el cacareo de las gallinas y el traqueteo de los trenes que atravesaban el Delta y en los que viajaba la esperanza de una vida mejor. Cuando James recibió su primera armónica como regalo de Navidad, se afanó en perfeccionar sus dotes imitativas porque, a decir verdad, ignoraba que pudiese sacarle mucho mas partido a aquel pequeño chisme. No fue hasta que descubrió la radio que cayó en la cuenta de su error.

Por aquel entonces comenzaban a proliferar en el Sur las emisoras destinadas a la abundante población negra de la zona y una de las pioneras, la KFFA, emitía con potencia suficiente como para ser escuchada por todo el Delta desde su sede en Helena, Arkansas. Esta ciudad, un auténtico hervidero musical en la que abundaban los Juke Joints, Barrelhouses, House Parties y toda clase de espectáculos callejeros, era parada obligada para cualquier bluesman que se preciase y los más avispados, no desaprovecharon la oportunidad de ampliar sus horizontes gracias a las ondas. Uno de sus programas estrella era el King Biscuit Time, que se emitía todos los días durante 15 minutos, presentado por el ínclito Rice Miller a.k.a. Sonny Boy Williamson, que daba rienda suelta a su buen hacer como soplador, apoyado nada menos que por Robert Jr. Lockwood a la guitarra. Cuando el pequeño James lo escuchó por primera vez y cayó en la cuenta de que aquel tipo hacía todas esas cosas con una armónica, su percepción de este instrumento cambió por completo. Desde aquel momento, todos los días acudió puntual a su cita con el programa patrocinado por la marca de harina y pronto fue capaz de reproducir la sintonía que Sonny Boy tocaba en el programa, así como parte del repertorio que este solía interpretar. Demasiado pequeño para recoger algodón, desempeñaba en la plantación el papel de aguador y entre cubo y cubo, solía sentarse a la sombra para entretener a los recolectores con sus progresos. La positiva reacción le introdujo un veneno en el cuerpo que ya nunca jamás eliminaría.

Cotton no tendría más de 9 años cuando sus padres murieron y decidió abandonar Tunica, con poco más que su armónica de 15 centavos como equipaje. Dirigió sus pasos hacia el Sur y recorrió a pié los aproximadamente 25 Km que le separaban de su ídolo. En cuanto se lo echó a la cara y sin mediar palabra, atacó la primera melodía que había aprendido escuchando a Miller y la reprodujo nota por nota. Al desgarbado y desdentado bluesman aquello le debió hacer gracia, porque desde ese momento se convirtió en su maestro, mentor y padre adoptivo. Ambos recorrieron la mayoría de garitos, antros y tugurios situados a ambos lados del gran río, frontera natural entre los estados de Mississippi y Arkansas, con Cotton absorbiendo todas las enseñanzas que Williamson le ofrecía. Sin la edad mínima para franquear la puerta de estos lugares, el discípulo atraía a la clientela hacía el local de turno tocando las coplas de su maestro desde la entrada, recibiendo a cambio unas propinas que, en ocasiones, resultaban más magras que el jornal que obtenía su tutor, lo que no es tan raro si descontamos lo que este debía cobrarse “en especie”.

La relación con Williamson se mantuvo hasta que un buen día, este decidió marchar a Milwaukee para reconciliarse con una de sus mujeres y le dejó a cargo de su banda. Sin embargo, James era demasiado joven y alocado para mantener unido a un grupo formado por hombres hechos y derechos, todos ellos mucho mayores que él, y se quedó nuevamente solo. Sin un verdadero hogar al que regresar y con su armónica como única fuente de ingresos, decidió buscar fortuna en la ciudad de Memphis, donde Beale Street constituía el paraíso en la tierra para la gente de color. Allí paso un tiempo tocando en las calles a cambio de unas monedas, cuando no lustrando los zapatos de los transeúntes. Fue entonces cuando llegó a sus oídos que Howlin´Wolf, uno de los bluesmen con más éxito de la ciudad, actuaba en un Juke Joint llamado “The Top Hat” en Black Fish, Arkansas. James recordaba el lugar por haberlo visitado junto a Williamson tiempo atrás y pensó que sería un buen momento de conocer en persona al hombre que hacía vibrar a la gente con sus aullidos cargados de Blues. A pesar de que todavía era menor, el propietario del local sí que le dejó traspasar la puerta esta vez ya que, además de que le gustaba dar oportunidades a los nuevos talentos, recordaba a Cotton de su visita anterior y pensaba que si Wolf le daba carrete, la velada podía prolongarse hasta bien entrada la madrugada. No se equivocó. Ambos conectaron desde el momento en que se conocieron y tras aquella noche, James acompañaría a Wolf en su recorrido por los Juke Joints existentes entre Caruthersville, Missouri al Norte y Natchez, Mississippi al Sur, conduciendo arriba y abajo la vieja Autopista 61 y aprendiendo de este, su segundo maestro, los caminos del Blues.

Gracias a Wolf, que durante sus sesiones de 1951 para la Sun Records había dejado atónito a Sam Phillips, Cotton tuvo la oportunidad de registrar sus primeros 4 temas cuando contaba tan solo 16 años, incluyendo “Cotton Crop Blues”, un tema original en el que denunciaba el injusto sistema de aparcería del profundo Sur. También gracias a Wolf, que era una estrella radiofónica en la zona desde que en 1948 se convirtiese en DJ de la KWEM, nuestro hombre llegó a tener un espacio diario de 15 minutos en esta emisora, lo que multiplicó el número de personas deseosas de verle en directo y el de locales que demandaban su presencia. Sin embargo, sus ingresos no eran precisamente abundantes y tuvo que aceptar un trabajo entre semana como conductor de un camión de reparto de hielo. Los viernes, al acabar su jornada laboral, se encaminaba a un local llamado “Dinette Lounge” donde realizaba el primer pase de un fin de semana normalmente repleto de actividad. En una de estas ocasiones, a primeros de Diciembre de 1954, un tipo al que no conocía se le acercó durante el descanso y sin mucho preámbulo le dijo: “Hola…soy Muddy Waters”. La leyenda, alimentada por el propio Cotton, cuenta que este, que no había visto a Waters ni en fotografía, llegó a responderle: “Claro tío…y yo Jesucristo” . Sin embargo, cuando el desconocido siguió hablando, reconoció su voz como la de los discos que tanto había escuchado y supo que aquel hombre no le engañaba.

El caso es que Waters y su banda estaban inmersos en una gira por los estados de Mississippi, Georgia y Florida cuando su armonicista, Junior Wells, los dejó plantados sin previo aviso. Es probable que conociese las grabaciones que Cotton había realizado en la Sun y pensó que este podría sacarle del atolladero, al menos mientras permaneciesen en Memphis. “Quiero ofrecerte un trabajo” – le dijo – “estaré tocando mañana noche en el Hippodrome del 500 de Beale St. Si te interesa, preséntate allí a las 8:00”. Y por supuesto, se presentó puntual: “Llegué y me encontré con que la banda la formaban Jimmy Rogers, Otis Spann, Jim Edmonton, y Bob Bradley. El bueno de Rogers me indicó donde podía enchufar mi amplificador y tocamos un par de temas juntos. Debió de gustar, porque pasé los siguientes 12 años en la banda”. LEER MÁS…..


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